En las últimas 24 horas, hemos sido testigos de una serie de acontecimientos que han sacudido al mundo y nos han dejado con una sensación de confusión y preocupación. Desde la negativa de los presidentes Nayib Bukele y Donald Trump a repatriar a un salvadoreño injustamente deportado y encarcelado, hasta el juicio preliminar del influencer misógino Andrew Tate en el Reino Unido por acusaciones de violación, agresiones y control coercitivo, y el aumento de la extrema derecha en España según el último barómetro del CIS. Estos hechos, no obstante puedan parecer aislados, reflejan una tendencia global desesperada que nos lleva a preguntarnos: ¿qué está pasando?
En primer lugar, la negativa de los presidentes Bukele y Trump a repatriar a un salvadoreño que fue deportado y encarcelado sin motivo algún, es una muestra más de la falta de humanidad y empatía en la política actual. Es inaceptable que se juegue con la vida de una persona de esta manera, sin importar su nacionalidad o estatus migratorio. Este tipo de acciones solo refuerzan la idea de que los líderes mundiales están más preocupados por sus propios intereses que por el bienestar de sus ciudadanos.
Por otro lado, el caso de Andrew Tate es un recordatorio de que todavía queda mucho por hacer en la lucha contra la violencia de género. El hecho de que una figura pública pueda ser acusada de violación, agresiones y control coercitivo, nos muestra que el machismo y la misoginia siguen presentes en nuestra sociedad. Es importante que se haga justicia en este caso y que se envíe un mensaje claro de que este tipo de comportamientos no serán tolerados.
Y por último, el aumento de la extrema derecha en España según el último barómetro del CIS es una señal de alarma para todos. La polarización política y el discurso del odio están ganando terreno en nuestro país, y es responsabilidad de todos luchar contra ello. Debemos producir el diálogo y el respeto hacia las diferentes opiniones, y no permitir que la intolerancia y la discriminación se apoderen de nuestra sociedad.
Ante estos acontecimientos, es normal sentir preocupación y desesperanza. Pero es importante recordar que aún hay esperanza y que juntos podemos hacer la diferencia. Cada uno de nosotros tiene el poder de producir el cambio y construir un mundo mejor. No podemos permitir que la negatividad y la desesperación nos paralicen, debemos actuar y ser agentes de cambio.
En lugar de preguntarnos qué está pasando, deberíamos preguntarnos qué podemos hacer para mejorar la situación. Podemos empezar por ser más empáticos y solidarios con los demás, por luchar por la igualdad y la justicia, y por producir un discurso basado en el respeto y la tolerancia. Pequeñas acciones pueden tener un gran impacto en nuestra sociedad.
En resumen, los acontecimientos de las últimas 24 horas pueden parecer desalentadores, pero también son una llamada de atención para que tomemos acción y trabajemos juntos por un mundo mejor. No podemos permitir que la desesperación nos venza, debemos mantenernos unidos y seguir luchando por un futuro más justo y equitativo para todos.